Le pasó a la amiga de una amiga, es una de esas frases que evito por que tienen entre líneas nuestros propios gritos revelando historias propias, por lo general tan vergonzosas que abatimos el nombre de un fulano o una fulana para tapar nuestras propias cagadas.
Elisa, sí es la amiga de un amiga, y por estos días está en Florencia con Juan Tinder (porque lo conoció por ahí), a Elisa le pasa una cosa y es que siempre ha sido demasiado lindita, levanta 100 cejas de hombres por minuto y revuelca los ojos iracundos de muchas mujeres, es de esas chicas que no hacen demasiado para verse lindas, simplemente lo son, es complicadamente interesante, no habla demasiado y no necesita una foto con una máscara de Darth Vader mientras posa en ropa interior abrazando eróticamente un sable de luz para identificarse como warie…Elisa no es así, Elisa es lindita, romántica y soñadora.
Elisa y Juan Tinder suben desde junio pasado unas 4 fotos al día de lo que están comiendo en Barcelona o las cositas que compraron en Marruecos una tarde de agosto, súbitamente inundan las redes sociales con panorámicas de Budapest y a la semana siguiente posan sonrientes en la Plaza Roja de Moscú. Son esa parejita prototipo de comedia romántica a la que es inevitable darle likes por montones; Siendo como es ella y siendo como es él, se localizaron en una red sociosexual como Tinder “sólo por experimentar” con la excusa de “un amigo me dijo que la instalara” conversación viene y conversación va, decidieron no mandarse selfies al desnudo si no que prefirieron encontrarse en el centro de la ciudad. Aunque a ninguno de los dos les gusta el café, se fueron a tomar un café con mucha leche deslactosada, se rieron de eso, se tocaron las manos, se besaron, se enamoraron y se fueron a viajar juntos. Es tan cliché que se podría vomitar…pero de la envidia.
Elisa no sabe el mal que le hace a las muchas linditas como ella que se han pasado man tras man y año tras año escarbando un amor de comedia romántica, pensando que “él” está ahí sentado esperándola en una estación de tren. Pues a ver, aceptémoslo de una buena vez, no hay forma de conocer a el Joseph Gordon Levitt colombiano en una estación de tren, no sólo porque en Colombia no hay trenes (lástima) si no por que el Joseph Gordon Levitt colombiano seguramente está muy ocupado manejando a 180 km/h por una carretera de la Toscana italiana, mientras que las linditas de acá, las soñadoras, seguramente están muy ocupadas tratando de conseguir un taxi por una aplicación de celular o agradeciéndole a un Yeison por cederle el puesto en el bus.
Esas mismas que se mueren por ser una lindita como Elisa se quejan permanentemente de lo difícil que es el amor y de lo idiotas que son los hombres, son las mismas que tienen amores de la vida cada jueves en la tarde y lloran su perdida el domingo en la noche, son mujeres que hablan más de lo que odian que de lo que admiran y que por lo mismo pasan de linditas a “dramaníacas” y hacen una gotita de agua un Tsunami. La dramanía de muchas mujeres es perfectamente entendible, las comedias románticas les enseñaron a soñar con escénicos besos bajo la lluvia, pero cuando empieza a llover son las primeras en correr despavoridas buscando refugio para evitar el frizz o para no retar esa pestañina a base de agua. Sueñan también con sexo super apasionado en una playa privada y secreta y que seguramente en unas vacaciones en la playa con amigas, un fulano aparecerá, ¿Qué tal un polvo en Bocagrande? ¿En El Rodadero? ¿Al son de una emisora vallenata y unas cuantas cuscas de cigarrillo en la espalda? ¡MIAU! 100% sexy, además después de ese encuentro rico y candente, el fulano desaparecerá por unas horas, (habrá lágrimas) pero él se dará cuenta que se enamoró en un sólo polvo, irrespetará muchas señales de tránsito y habrá un romántico beso en el aeropuerto donde despegará un avión directo a la isla de la felicidad. Tapujos abajo, si te la metieron en la playa y no en el hotel no eres digna de persecución en taxi al aeropuerto, a bajarse de la nube.
Por otro lado Juan Tinder no sabe la envidia que despierta en muchos hombres que esperan tener algún día una chica como Elisa, pero que por ahora Tinder les ofrece la cantidad perfecta de dramaníacas desesperadas por vivir en una película de comedia romántica por el fin de semana, y eso ya es suficiente para muchos. Hasta para Juan Tinder, que aunque Elisa no lo sabe no ha desinstaladlo Tinder, que aunque Elisa no lo sabe, a Juan Tinder realmente le gustan esas de ropita interior y tatuaje de beso en la nalga, aunque Elisa no lo sabe, Juan Tinder no tiene ningún síndrome del túnel carpiano, Juan Tinder lo que tiene son los pulgares encalambrados y el cerebro hinchado. (busque “Watusis” en google para ver una imagen de Elisa)
Querida Elisa, bienvenida a la dramanía.