La fotografía se convirtió en el lenguaje principal de Marcela Rico, para poder manifestar lo que siente, lo que ve y claro, la visión ante ciertas cosas de manera particular como soporte a una mirada que indaga, abstrae y construye.
Comenzó con su obra a blanco y negro, quizá por referentes de su entera admiración como Robert Doisneau, Berenice Abbott, Brassai entre otros. Aquí se desprende su gusto por la imagen monocromática, la imagen clásica. Sin embargo, el color termina por seducirle y ha adoptado caminar bajo el color, encontrando una línea que le permita descubrir una estética apropiada y más actual, transformando la mirada y allí desarrollar un estilo moderno.
Estar allí a fuera donde la gente transita en horas cotidianas, escenarios a cielos abiertos, instantes efímeros, dimensiones en el imaginario, son algunos aspectos que conviven cuando simplemente se detiene a querer obturar lo que sucede allí afuera. La ciudad habla y su gente también; cuenta una historia, un suceso, se evidencian tiempos distintos mientras sólo el día cumple su papel, continuar.