Texto por: Aura Maria Gallego
Nos envían canciones linkeadas de YouTube por la misma razón por la que hemos ido unas 153 veces al mismo sitio esperando encontrarnos con ese hombre de leñadora roja, con barba perfectamente pulida y ojos grandes que vimos hace 7 meses y 5 días pero que no ha vuelto a aparecer desde entonces, ir ahí ya tiene una primera intención, la segunda viene más em-polvada. Nos envían canciones linkeadas de YouTube porque existen ahí en la web sujeticos y sujeticas que no tienen intenciones dedicables, si no que ven el reflejo de tu personalidad en la música…¡MENTIRA! Esos tipejos y tipejas se han estalkeado tu perfil desde junio de 2007 y tienen una cola de reproducción con todas las canciones que has escuchado desde entonces, apelan a un medio barato pero funcional llamado nostalgia. Osea, si existiera una aplicación para leer segundas intenciones, cada link de esos llevaría a una foto de su “Little friend” o al triste y selvático “pezón de guerrillera”.
Las segundas intenciones son fáciles de leer para algunos, pero definitivamente indescifrables para otros. Seguramente para las personas que se sienten lunes, que son del tipo de sangre “I HATE THE WORLD”, completamente incompatibles con la glucosa del positivismo, les será más fácil identificar y absorber la patraña antes de que siquiera sea lanzada, no me atrevería a decir que son desconfiados, son simplemente más suspicaces, la planta del pie se confunde con la tierra y le huyen rápidamente al olor de la venta. Si no lo quieren no lo compran.
Por otro lado las personas que son más viernes que lunes, que aman a las personas que son como sábado o como martes o como jueves en la mañana, que son del tipo de sangre “BURBUJA (de las chichas súper poderosas)”, que viven aterrados con la crueldad del mundo pero le hacen ronda infantil a Jack el Destripador porque “lo que importa es lo de adentro”, esos son realmente admirables porque tienen la capacidad de ver caras del mundo que los I HATE THE WORLD no se atreverían, viven en una sinfonía eterna, las horas son disfrutables y cada canción linkeada de YouTube fue escrita especialmente para ellos. Si no lo quieren, piensan en comprarlo y si quieren comprarlo empeñan hasta la vida.
Las segundas intenciones son como las primeras pero tienen más polvo. Sin importar el tipo de sangre que tengamos, lo más seguro es que tenemos una estantería empolvada con payasos, bestias, moralistas, crédulos, goteros, miserables, vive lejos, tiene novia, etc…Esos que aplicaron la suciedad de la segunda intención, y que de alguna forma tuvieron éxito; Pero como cualquier estantería si se comienza a llenar rapidísimo de polvo, basura y vejestorios, se tienen que sacar un día, o si resuelve dejarlas tal y como están, se tiende a cometer tonterías como repetir indefinidamente un ciclo con un payaso de estantería, o contaminar espacios nuevos con la mierda que guardamos ahí.
Es bochornoso el grado de desnutrición con el que nos estamos relacionando con el mundo, “la fina coquetería” casi al borde de la extinción, reemplazada por la brutal destreza para hacer propuestas indecentes en la madrugada, donde el mayor grado de romanticismo lo trae una canción de los Rolling Stones a las 3 y pico A.M con un mal escrito “ezta cnción me recuerda a ti, bb”, cuando bien sabemos que nunca escucharan un vinilo de los Rolling juntos, ni se reirán el uno del otro cuando se les olvide la letra, ni él le prestará su camiseta favorita, ni comerán pizza fría en la mañana. La suciedad de las segundas intenciones no permitirá que eso suceda.